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Nuestra sociedad, es cada vez más claramente consumista y poco voluntariosa, hasta el punto de que para tener fuerzas para jugar con nuestros hijos al llegar a casa, o tener ganas de hacer el amor, debemos tomar complementos vitamínicos.
Para llegar fresco cual lechuga, después de hacer el Superman o Woman todo el día, hay suplementos en el mercado de todo tipo y no baratos precisamente. Hay hasta suplementos infantiles por si tu hijo no quiere comer.
Pero esta nueva pastilla de la felicidad me supera. La actitud positiva hacia la vida no la da una pastilla, ni cinco, es un trabajo diario, es una buena educación emocional, es aprender a ser flexible, es educar en la tolerancia a la frustración.
Está tan de moda ser feliz y no sufrir, como si la vida no tuviera baches, como si todo tuviera que ser siempre perfecto, que la gente necesita pastillas para conseguirlo.
La mejor pastilla es aprender a llevar la vida que más o menos deseas, aprender a tomar decisiones, aprender a pensar por ti mismo, sobre lo que tu necesitas y no lo que creen que necesitas. Así que si has de trabajar menos horas y tener una TV más pequeña, pero más fuerzas para llegar a casa y jugar con tus hijos, hazlo. Si has de defraudar a tu entorno por tomar una decisión que no comparten pero te hará más feliz, hazlo.
Si prefieres gastarte 40 euros al mes en suplementos hazlo, pero te aconsejo que te preguntes porqué los necesitas tan frecuentemente, plantearte cambiar algo de tu día a día para no necesitarlos, es más sano y rentable. No hay ni varitas mágicas ni pastillas para ser más feliz.