Ingredientes principales:
- 2 kilos de EMPATÍA
Si eres capaz de comprender el punto de vista de tus hijos y ponerte en su lugar…todo será más fácil. - 3 cucharadas de SENTIDO COMÚN
Tratar de ser lógico, no dejarse llevar por el dramatismo, ni por lo que los demás padres hacen, ni por lo que hacían tus padres. - 1/2 kilo de COHERENCIA
No solo es predicar con el ejemplo y obligar a cosas que tú no haces, sino también ser consecuente con tus propios valores a la hora de tomar decisiones o en momentos difíciles. - 10 kilos de PACIENCIA
A fuego lento todo sabe mejor, pero la paciencia no es aguantar sino utilizar los principios de la Inteligencia Emocional a la hora de educar.
1.- INFORMACIÓN:
Puedes pensar que hoy en día, tu hijo está muy bien informado, y no hay duda de que así es si lo comparamos con otras épocas, pero las redes sociales y tanta cantidad de información a la que acceden no siempre es verdadera o no saben interpretarla correctamente.
La adolescencia es, irremediablemente una época para experimentar, sentir, vivir. Debes empezar a aceptar que a veces, esto incluye comportamientos arriesgados. No evites los temas relacionados con el sexo, las drogas, o cualquier tema que te preocupe; habla con tu hijo abiertamente sobre estos temas, pero ¡OJO! antes de que se vean expuestos a ellos, los padres tendemos a ver a nuestros hijos más infantiles de lo que en realidad son, porque en casa adoptan un rol diferente que con su grupo de iguales, fuera de casa, normalmente llegamos tarde a darles esa información, que ya habrán buscado o preguntado a algún amigo.
Solo es el primer paso, pero la información aumenta las probabilidades de que tu hijo actúe de forma responsable cuando llegue el momento.
2.- RESPETA SU PRIVACIDAD:
Ya sé que esto te va a resultar ¡difícil! pero te evitarás muchos conflictos inútiles. ¿Crees que todo lo que hacen tus hijos es asunto tuyo? Y además que tienes derecho como padre a que así sea. ¡¡ Lo entiendo!! pero cuando se trata de formar a un futuro adulto, tener algo de privacidad se convierte en un derecho de ese futuro adulto.
Respeta su espacio. El dormitorio de un adolescente, sus llamadas telefónicas, mensajes, e-mails,…deben ser algo privado y no hay necesidad de que compartan con sus padres todas sus ideas o actividades. Solo si existen señales de alerta real que indican que puede haber problemas te puedes ver obligado a invadir su privacidad. ¡OJO! Intenta diferenciar tus miedos; “a que”…”y si”…”como puedo evitar que”…de la realidad que vive tu hijo, no suele coincidir…
3.- COMO SUPERVISAR:
Todos los adolescentes, requieren supervisión de los padres y tienes derecho a saber dónde está y que hace. Pero no es necesario que le apliques un tercer grado. No le agobies a preguntas para que te cuente todos los detalles ni que tengas que conocer a todos sus amigos. Si lo haces y no se siente a gusto con ello optará por la estrategia de omitir…y más tarde de la de mentir….todo lo que quiera contar lo hará sin preguntas, lo que no, ni con tortura lo hará!!!
Puedes establecer la costumbre de que explique con quién sale y dónde podemos buscarle en caso de necesidad, que siempre lleve el móvil, pero intenta no llamarle a no ser que ¡sea estrictamente necesario! Tú te quedarás tranquilo y él no se sentirá perseguido. ¡Pruébalo!
4.- ESTABLECE REGLAS APROPIADAS
Hay reglas en las que no se puede ser flexible, esas las deciden los padres ¡Siempre! Pero ¡comunícaselas a él también! No des por hecho que las debería saber.
En cada casa serán unas, según vuestros valores. En estas, nunca se debe permitir su quebrantamiento, y todos los que actúen de educadores (abuelos, tíos, etc) deben saberlas. El resto de normas deben ser negociadas entre todos. Si él ha participado en ellas y está de acuerdo es más difícil que las incumpla.
Por ejemplo; si su hora de llegada no es la que él quiere, trata de negociar una que os parezca bien a todas las partes. Tienes que fijar normas y límites, pero es mejor que sea a través del diálogo y consensuadas, para que ellos mismos aprendan a aceptar y asumir compromisos. ¡Asume que no siempre vas a estar ahí!
5.- ¿Y SI ROMPE LAS REGLAS?
¡Prepárate! Hay que tener ya claras las sanciones para cuando rompa alguno de los compromisos o normas que has decidido antes ya como inquebrantables, que ten por seguro que lo hará. Es mejor tenerlas preparadas y meditadas para que no sean fruto de la improvisación y puedan ser o desproporcionadas o demasiado débiles, además así toda la familia sabrá que ha de hacer sin tener que consultarse y puedan perder fuerza.
Hay que evitar decir solo lo que hace mal, (ya sé que no lo haces aposta…pero lo haces), el problema es que tampoco le generas una conducta alternativa positiva. Siempre se puede combinar algo negativo con algo que ya hace bien.
No es lo mismo decir “¡No quiero que vuelvas a suspender matemáticas!”, que aprovecharse de otra asignatura donde saca buena nota y decirle: “Está muy bien que hayas sacado un 8 en biología, si además te aplicas en matemáticas para aprobar, estaré muy contento…o ya verás cómo apruebas”….¿No sienta igual verdad? ¡Pruébalo en cuanto tengas ocasión! Verás los efectos asombrosos de menos morros adolescentes, gritos y ojos de “te odio” adolescentes. Eso sí es cuestión de práctica también para ti. ¡No te preocupes tendrás muchas ocasiones para practicar!